lunes, 7 de enero de 2013

Fin de fiesta y a por el 2013

 


Este día de fiesta es el epílogo de unas fiestas navideñas marcadas por los recortes económicos y las alegrías emocionales.  Hoy he terminado de quitar los adornos que decoraban la casa, el árbol de navidad, las figuras del belén y los confetis que se escondían en las esquinas. La rutina se traga los restos de lo que fue una fiesta de aproximadamente quince días y que cubrió de serpentinas, emociones, jolgorio y alegría el final de un año no apto para el recuerdo y el inicio de otro que lleva la esperanza escondida en su seno.  El 2013 será nuestro, ponía en mi twitter (@aurelioramas) y así lo creo, porque nosotros lo valemos y además no los merecemos. Pongamos de nuestra parte para que este año sea lo que queramos que sea, según nuestros deseos y circunstancias particulares, a pesar de la generalidad que nos rodea.
Me he marcado unos objetivos anuales en lo económico y en lo personal, en lo material y en lo emocional porque con unas metas claras y definidas el camino se hace más transitable. Quiero vivir el presente, sentir la vida a través de la gente que quiero, rendir pleitesía a los sentimientos verdaderos que nacen del corazón,  cerrar las puertas a la negatividad exterior, acompañar a los amigos en los caminos personales, cultivar el espíritu con las artes de la lectura y la música, reencontrarme con el niño interior que siempre me ha acompañado, jugar con la ilusión y la esperanza a un corro sin fin, merodear por las calles de la aventura, adentrarme en los laberintos de la pasión…
Quiero que el espíritu de la Navidad que se fue permanezca durante todo el 2013 para disfrute propio y ajeno. Quiero tener esperanza aunque la realidad se empeñe en impedírmelo. Quiero vivir con todo lo que ello conlleva si queremos una mínima calidad en el desarrollo de ese verbo.
 


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