lunes, 5 de mayo de 2014

Relato: Silencio y recuerdos

 

Miraba al mar en la buscada soledad de un amanecer de primavera recorriendo con el dedo al frente la línea del horizonte que marcaba el inicio de un nuevo día. Siempre fue rehén de sus propios silencios y ahora también adoptaba, a su pesar, los  silencios ajenos.
         Sólo se escuchaba el pequeño rugir de la marea alta contra las piedras de la orilla en una cantinela que agrandaba todavía más la ausencia de voces y sonidos…y su corazón que palpitaba con más ritmo del que debería en esas circunstancias pero, en ocasiones, los recuerdos actúan como la espita de un mecanismo que se pone en marcha sin remedio…
         Decía Bécquer que “la soledad es el imperio de la conciencia” y no le faltaba razón por cuanto sólo en ese estado podemos situarnos frente al conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestro entorno.  A veces, nos da miedo ese duelo y llenamos nuestro tiempo con ruido que enmascare el poderoso sonido del silencio.
         Seguía allí…buscando recuerdos entre su silencio o intentando silenciar sus recuerdos. No estaba seguro de la opción que estaba eligiendo. Sólo miraba a lo lejos, a un punto perdido entre las olas que se cruzan como si quisiera esbozar la silueta de un nuevo sueño…quizás otro día.


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