miércoles, 6 de marzo de 2024

Cuento: El sabio de la montaña

En una montaña vivía un sabio que respondía a todas las preguntas, dudas e inconvenientes que tenían las personas. Miles acudían a él a diario para consultarle acerca de sus problemas. Un día, al percatarse de la dependencia que se estaba creando en torno a sus consejos, decidió reunirlos a todos alrededor de su gruta. Allí, con miles y miles a su alrededor, les contó una anécdota graciosa que hizo soltar carcajadas a todos los presentes. Al terminarla esperó un minuto en silencio y empezó de nuevo a contar la anécdota. Esta vez solo unos pocos se rieron y muchos asumieron un temple de confusión. El sabio hizo lo propio una tercera vez, solo que en esta ocasión nadie se rió de la historia. Uno de sus mayores admiradores se acercó y le preguntó cuál era el sentido de la dinámica. A lo que el sabio respondió: “No pueden reírse del mismo chiste una y otra vez, pero sí pueden quejarse y llorar una y otra vez por los mismos problemas. ¿No es acaso paradójico?”. Todos aquellos que lo rodeaban bajaron la cabeza avergonzados y se retiraron poco a poco de la montaña. Desde entonces, solo recibe un par de consultas al día; todas estas relacionadas con cosas estrictamente importantes.

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