jueves, 24 de mayo de 2012

Crisis y esperanza




Las personas en su individualidad y la sociedad en su conjunto están en plena encrucijada vital. Hemos llegado a un punto de no retorno donde sólo nos queda la esperanza o el caos; o nos estancamos en ese pesimismo gris que nos quiere envolver lentamente como la niebla o nos sacudimos esa melancolía para recuperar el control de nuestras vidas.
Decía Alex Rovira en su libro “La buena crisis” (Aguilar, 2009) que “la crisis será lo que hagas de ella” y señalaba que es una invitación al cambio, una regeneración del pensamiento y el enfrentamiento a las dificultades. Se aprende de la crisis en tanto en cuanto sea un punto de inflexión hacia el futuro.
En Europa empieza a usarse el vocablo “crecimiento” entre tantos recortes y austeridad; los modelos económicos están en el debate general; la conciencia global de la ciudadanía a través de módelos revolucionarios modernos está en pleno auge; la política y la economía tal como ha sido concebida hasta ahora sufre el mayor revés de imagen de su historia y la ciudadanía reclama nuevas formas de hacer política y exige mayores cotas de exigencia a la banca.
En los planos individuales de cada persona debemos cuestionarnos nuestro camino hasta aquí: las prioridades de nuestras metas y objetivos, nuestro mercantilismo desmesurado, nuestra falta de compromiso político y social y nuestra vuelta a los detalles en detrimento de la generalidad y a la complicidad como integrador social en vez del enfrentamiento. Necesitamos descubrir de nuevo los valores perdidos de la solidaridad, el compromiso y la resilencia para poder iniciar un nuevo camino libre de ataduras y que nos haga disfrutar pese a las piedras que vayamos a encontrar en la andadura, que nos enfrentemos con una sonrisa a los sinsabores, que desafiemos los contratiempos, que nos apoyemos mutuamente en las personas que están con nosotros desde la verdad.


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