martes, 22 de octubre de 2013

Obsolescencia programada

 

Podríamos definir la obsolescencia programada como la programación de la vida útil de un producto o servicio de forma que tras un periodo determinado previamente por el productor durante la fase de diseño del mismo éste se vuelva inoperativo total o parcial. Aunque cuando hablamos de este término pensamos en los electrodomésticos caseros, puede referirse a otros bienes como podría ser una bombilla, un móvil o un medicamento, por ejemplo.
A quién no le ha pasado que en el transcurso de varios días la nevera, la lavadora, la plancha y el microondas se ponen de acuerdo por no se sabe qué motivo a inmolarse en un suicidio colectivo que nos deja además de huérfanos tecnológicos con la cuenta corriente suspirando con la reposición de tan deseados bienes, puesto que en la mayoría de los casos la reparación de la parte es superior económicamente a la reposición del todo.
El objetivo está claro que es económico y ello incide en el medio ambiente dentro de una economía global que no gestiona a posteriori la enorme cantidad de productos ya obsoletos.
Yo añadiría la obsolescencia programada dirigida, cuando en función de modas tecnológicas damos por finiquitada nuestra relación con nuestro coche o con nuestro móvil, no porque hayan llegado al final de su vida útil, sino porque existe un nuevo modelo en el mercado que ya se ha encargado la publicidad y el marketing de vendernos su encanto oculto, por supuesto, también con el periodo de vida predeterminado.
El tema es complejo. Pongamos por caso que los bienes duraran el triple de lo que lo hacen actualmente. Entonces bajaría la producción con la consiguiente influencia en el mercado laboral en un entorno económico desfavorecido.
Parece mejor idea trasladar el término a otros ámbitos como las instituciones políticas, organizaciones sindicales o empresariales donde la vida política media de un parlamentario o de un gestor de cualquiera de estas organizaciones es inversamente proporcional al estado del bienestar de cualquier ciudadano medio.
 
 


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