viernes, 28 de marzo de 2014

Rajoy y el avión que era un barco

 
 
 
            Jueves al mediodía. Iba ayer en mi coche pensando en las tareas de la tarde con ganas de comer y deseando llegar a casa cuando, llegando cerca de Telde, empiezo a notar una hilera de coches aparcados en los arcenes de la autopista, frenazos en seco, gente encaramada a cualquier sitio alto que hubiera por los alrededores…pienso en el rally El Corte Inglés, en el adelanto de la Cabalgata del Carnaval de Telde, en un accidente múltiple en plena vía, en un rebaño de cabras que cruzan sin control y así puedo seguir imaginando en cosas ciertas o imposibles.
                Pero he aquí que, en ese momento de tribulaciones, la radio me asombra con la única opción que no contemplé: el amerizaje de un avión en la costa de Telde.  Me resultó raro, pero como la curiosidad forma parte de nuestra esencia me dirijo a La Garita y tras un primer avistamiento en la distancia puedo distinguir el perfil de un avión amarillo aunque no reconozco las alas laterales ni se aprecia actividad de los toboganes que deberían abrirse en caso de amerizaje, lo que me provoca dudas.  El sentir general a mi alrededor es de incredulidad y asombro ante el acontecimiento que ha revolucionado su rutina cambiando la siesta por el espectáculo  en directo.
                Alguien llega con unos prismáticos y tras una mirada se aclara el error: es un simple barco con una grúa amarilla en su lomo. La vista juega una mala pasada en la distancia y si eso lo multiplicamos por el efecto viral de las redes sociales con el beneplácito de organismos oficiales de emergencias que dan la voz de alarma pues ya tenemos un lío monumental que no hay quien lo pare.
                Se acabó lo que se daba y vuelta a casa. En el camino pensaba en las similitudes del caso con la política. Rajoy causó una gran expectación en un primer momento en una gran parte de la ciudadanía que le llevó a gobernar con mayoría pensando que iba a pilotar el avión que remontaría el vuelo de nuestra economía…y muchos le creyeron en la distancia que marca la política de la ciudadanía, pero esa distancia en el tiempo también se ha llevado por delante las ilusiones de muchos así como la constatación del error de otros tantos.
                Cuando nos acercamos a sus políticas de ajustes en los grandes temas que marcan los límites del estado del bienestar: sanidad, educación, justicia…te das cuenta que no era el político que votaron los españoles en base a un programa electoral que no han pasado de leer la cubierta que debe ser de tapa dura porque no lo han abierto para llevarlo a cabo. Y entonces ves con desilusión que el lobo tenía piel de cordero…que  el avión era un simple barco.
                Siempre nos quedará la esperanza de que el barco flote hasta conseguir mejor amarre.


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